☨ LA
HISTORIA DE LA ORDEN DEL TEMPLE | CUADERNO Nº0 | CAP 1 ✠
Santiago Soler Seguí, Valencia
Cuadernos Templarios (Cuaderno nº0)
Valentia Mediaevalis
Casi con toda seguridad podríamos afirmar que la Orden del
Temple ha sido, y es, la orden militar medieval que más ríos de tinta ha hecho
correr.
Sobre el Temple se han escrito multitud de líneas, de
páginas, de libros, de Historia, pero por desgracia, también de historietas.
Ciertamente sobre esta Orden siempre ha existido una aureola de misterio, algo
mágico que cautiva, que fascina y despierta la curiosidad de muy diversas
gentes.
Pero debemos tener en cuenta que ese halo misterioso, esos
enigmas, secretos y leyendas, surgieron tras la desaparición traumática del
Temple, y poco o nada tienen que ver con la verdadera historia de los Pobres
Caballeros de Cristo, ya que, en la mayoría de los casos, mezclar historia y
mito nos llevará con toda seguridad a la confusión.
Lo mismo que los cátaros y Juana de Arco, el Temple
alimenta uno de los filones inagotables de la pseudo historia, la que no tiene
otro objeto que ofrecer a los lectores ávidos su ración de misterios y de
secretos. Existe la historia del Temple y existe la historia de su leyenda. El
historiador no se ocupa solo de la verdad; se ocupa también de lo falso cuando
se ha tomado como cierto; se ocupa también de lo imaginado y lo soñado. Sin embargo,
se niega a confundirlos. (1)
La desaparición y fin de la Orden del Temple hace que sea
muy fácil hoy en día atribuirles cualquier cosa sin importar el qué, sin
documentarlo lo más mínimo, y sin trabajar y bucear en archivos y bibliotecas
con el fin de darle la rigurosidad y la seriedad necesaria.
En palabras de mí querido amigo y compañero Julián Martos
Rodríguez, la moda del esoterismo, que tiende a fundar hipótesis más que
dudosas históricamente, produce un inmenso perjuicio cultural a los templarios,
y crea confusiones en la cultura popular. (2)
De este modo, y para no caer en ese regusto misterioso que
envuelve todo lo relacionado con el Temple, desde Valentia Mediaevalis
comenzamos este nuevo proyecto llamado Cuadernos templarios con un objetivo muy
claro y definido: ofrecer una visión histórica y documentada de la Orden del Temple
desde su fundación y singladura hasta su extinción.
一
1 Le Temple alimente, avec les cathares et Jeanne d`Arc,
l`un des filons inépuisables de la pseudo- histoire, celle qui n`a pour but
dòffrir à des lecteurs avides leur ration de mystères et de secrets… Alain
Demurger. Vie et mort de l'Ordre du Temple, página 8. París, Editions du Seuil.
Año 1989.
2
Leyendas en torno a la Orden del Temple. Revista Ábacus número 0. Diciembre, de
2009.
一
Pero este camino por la historia del Temple no andaremos
solos. Junto a nosotros, escritores como Antonio Galera Gracia, historiadores y
catedráticos de la talla de Carlos de Ayala Martínez, Félix Javier Martínez
Llorente, Manuel Ortuño Arregui, Javier Carrascosa González, Ignacio de la
Torre o Carlos Pereira Martínez, junto con arquitectos del patrimonio como
Julián Darío Martos Carbonell o José María Tortajada Bonet, nos acercarán a una
historia del Temple que merece ser recordada, merece ser recuperada, y sobre
todo, merece ser contada siempre desde la rigurosidad, la documentación y la
veracidad.
Porque la Historia, en este caso, supera a la ficción…
|
Detalle del folio 1r del manuscrito MS 76 F5. La Haya, Koninklijke Bibliotheek. Detalle del plano de Jerusalén donde los caballeros templarios salen de la ciudad para su defensa. 一 Para conocer la Génesis e historia de la Orden del Temple
debemos situarnos unos cuantos años antes de su fundación, más concretamente un
27 de noviembre del año 1095. En esa fecha, en Clermont, una apacible población situada
en mitad de Francia, en una gran explanada al aire libre y fuera de los muros
de la ciudadela y muy cerca de su puerta más oriental, el Papa Urbano II
congregaba a una gran multitud, haciendo un solemne llamamiento que sería capaz
de movilizar bajo la exaltada consigna de ¡Deus lo volt! (¡Dios lo quiere!), a
la gran mayoría de caballeros de Occidente hacia Tierra Santa. De este modo
comenzaba la primera Cruzada. Todo comenzó en el 1071, año en que Romano IV Diógenes,
emperador de Bizancio, caía frente a las huestes selyúcidas turcas comandadas
por Alp Arslan (3) en la batalla de Manzikert (4). Este hecho desestabilizaba enormemente el poder tanto
político como militar de Constantinopla, lo cual desencadenó en la conquista de
Jerusalén por parte de Atsiz ibn Abaq. (5) Y Aunque en principio los vencedores turcos parecían que
no prestaban mucha atención ni animosidad hacia los cristianos que viajaban
hasta Jerusalén, sí es cierto que la enorme inestabilidad política de la zona y
la gran cantidad de salteadores y bandidos que poblaban los caminos hacia
Jerusalén, hicieron que el imperio cristiano de Oriente pidiera ayuda a sus
hermanos de Occidente, denunciando las vejaciones, robos, asaltos y muertes que
los peregrinos cristianos sufrían al intentar llegar a Jerusalén.
Así pues, los emperadores de Constantinopla pidieron una
y otra vez ayuda a los papas. En el año 1073 lo hacía Miguel VII, quien
denunciaba ante el papa Gregorio VII las atrocidades sufridas por los cristianos
(6). 一 3 Alp Arslan fue el segundo sultán de la dinastía
Selyúcida. Ante su presencia fue llevado el emperador de Bizancio Romano IV
Diógenes tras la derrota de Manziquert. Tras ser humillado ritualmente por el selyúcida,
el emperador bizantino fue tratado con honor y cortesía, y tras firmar un
tratado de paz, fue puesto en libertad, colmado de regalos, y protegido por una
guardia selyúcida por orden expresa de Alp Arslan. Byzantium: The Early
Centuries. John Julius Norwich. Año 1989. 4 La batalla de Manziquert o de Malazgirt tuvo lugar el
26 de agosto del año 1071, y enfrentó a las tropas selyúcidas del sultanato de
Rum con las tropas bizantinas del emperador Romano IV Diógenes. 5 La Primera Cruzada. Steven Runciman. Primer tomo de la
Historia de las Cruzadas. Cambridge University Press. Año 1951. 6 El papa Gregorio VII contempló la posibilidad de formar
un ejército compuesto por más de 50.000 efectivos para repeler a los turcos,
recuperar el Santo Sepulcro, y restablecer el orden cristiano en Oriente. Sin
embargo, el conflicto sobre las investiduras surgido en el año 1076, obligó al
pontífice a abandonar este proyecto. Santos, héroes y sátiros: entre más cerca
de la fe, más lejos de sus mandamientos. Fernando Bermúdez Ardila. Año 2007.一 |
Pero fue finalmente el papa Urbano II quien recogía el
guante que años atrás había lanzado Gregorio VII.
Aunque Gregorio VII había pensado encabezar personalmente
la expedición de auxilio a Tierra Santa para liberar el Santo Sepulcro, en 1085
murió sin haberse ocupado nunca de los detalles organizativos de la misión de
socorro a Oriente (7).
Urbano II y la Cristiandad, no podían permitir la
destrucción y profanación de sus templos, de sus reliquias, de sus santuarios…
Occidente debía responder. 一
7 Bárbara Frale. I Templari, Bologna: Il Mulino, año
2004. Detalle del
folio 256r del manuscrito Français 226 (siglo XV) de la Biblioteca Nacional de
Francia donde se representa la batalla de Manzikert. De casibus virorum
illustrium. Giovanni Boccaccio (1313-1375) En su discurso ante la muchedumbre congregada, el Papa
Urbano II describía uno por uno todos estos hechos: la llamada de auxilio, los
asaltos, las vejaciones, la destrucción de los santuarios, las profanaciones…
había que recuperar de nuevo Jerusalén para la Cristiandad. La llamada de
socorro de Alejo I debía de ser escuchada.
Habéis oído, mis muy queridos hermanos, lo que no podemos
recordaros sin derramar lágrimas, a qué espantosos suplicios son arrojados en
Jerusalén, Antioquía y en todo el Oriente, nuestros hermanos los cristianos,
miembros de Cristo. Vuestros hermanos se sientan a la misma mesa que vosotros y
han bebido de la misma divina leche. Pues tenéis como hermano al mismo Dios y
al mismo Cristo. Están sometidos a la esclavitud en sus propias casas; se les
ve venir a mendigar ante vuestros mismos ojos; muchos vagan desterrados en su
propio país. Se derrama la sangre que Cristo ha rescatado con la suya; la carne
cristiana sufre toda clase de injurias y de tormentos. En estas ciudades no se
ve más que duelo y miseria, y sólo se oyen gemidos. Cuando os digo esto, mi
corazón se rompe; las iglesias, en que desde tantos siglos se celebra el divino
sacrificio, son, ¡oh, vergüenza!, convertidas en establos impuros. Las ciudades
sagradas son presa de los más malvados de los hombres; los turcos inmundos son
dueños de nuestros hermanos. El bienaventurado Pedro ha gobernado la sede de
Antioquía; hoy los infieles celebran sus ritos en la Iglesia de Dios y expulsan
la religión de Cristo, esta religión que deberían observar y venerar, de los
lugares consagrados al Señor desde largo tiempo.
¿Para qué usos sirve ahora la Iglesia de Santa María,
construida en el valle de Josafat, en el mismo lugar de su sepultura? ¿Para qué
sirve el templo de Salomón, o, mejor dicho, el templo del Señor? No os hablamos
ya del Santo Sepulcro, pues habéis visto con vuestros ojos con qué
abominaciones ha sido manchado, y, no obstante, ahí están los lugares en que
Dios reposó, ahí fue donde murió por nosotros, pues ahí fue donde le
enterraron, y donde se produjo un milagro todos los años en tiempo de la
Pasión: cuando todas las luces están apagadas en el Sepulcro y la Iglesia que
lo rodea, estas luces vuelven a encenderse por mandato de Dios. ¡Qué corazón no
se convertiría con semejante milagro! Lloremos, hermanos, lloremos de continuo;
que nuestros gemidos se eleven como los del salmista: ¡desdichados de nosotros!
Los tiempos de la profecía se han cumplido; oh, Dios, los gentiles han llegado
a la heredad, han mancillado tu santo templo.
Simpaticemos con nuestros hermanos al menos con nuestras
lágrimas: seríamos el último de los pueblos si no llorásemos sobre la espantosa
desolación de esas comarcas.
¿Por cuántos títulos no merece ser llamada santa, esa
tierra en que nuestro pie no puede posarse en ningún punto que no haya sido
santificado por la sombra del Salvador, por la gloriosa presencia de la Santa
Madre de Dios, por la ilustre estancia de los apóstoles, por la sangre de los
mártires que ha corrido con tanta abundancia dejándola como regada por ella? (8) 一 8 Parlamento de Urbano II en el Concilio de Clermont
(según actas), Reportaje a la Historia, Trad. de R. Ballester, Selección de M.
de Riquer, Planeta, 1968, Barcelona, vol. 1, p. 184. Detalle del folio 15r del manuscrito Français 22495 (año
1337) Llamamiento de Urbano II en el concilio de Clermont. Biblioteca Nacional
de Francia. Guillermo de Tiro (¿1130? -1186): Historia rerum in partibus
transmarinis gestarum.
FIN CAPITULO 1
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