Valentia Mediavelis
ESTABLECIMIENTO DE LA ORDEN DE LOS TEMPLARIOS
En el mismo año, varios hombres nobles de la caballería,
hombres dedicados a Dios, piadosos y temerosos, dedicados al servicio de
Cristo, le dieron al señor Patriarca, según la costumbre del clero católico,
votos para vivir en el futuro con castidad obediencia y sin ninguna propiedad.
Entre ellos, los primeros lugares estaban ocupados por los venerables hombres
Hugo de Payens y Geoffrey de Saint-Omer. Como no tenían una iglesia ni un lugar
determinado, el rey les dio una vivienda por un tiempo en esa parte del
palacio, que en el sur linda con el templo del Señor.
Los canónigos del templo
del Señor les cedieron, bajo ciertas condiciones, el área que tenían frente al
palacio para edificios agrícola; Además, el rey con sus primeros nobles y el
patriarca con prelados, les proporcionaron, parte por un cierto tiempo, y parte
para siempre, los beneficios necesarios de sus dominios.
El primer deber que
les confió el patriarca y otros obispos, como medio de absolución, fue
principalmente proteger, en la medida de lo posible, a los peregrinos del
ataque de los asaltantes.
Durante los primeros nueve años usaron el vestido
secular que la gente les dio, como parte de buena acción. Pero después de este
tiempo, cuando en Francia se celebró el concilio de Troyes, concilio al que
asistieron los arzobispos de Reims y Sens con su clero, el obispo Albano, los
legados del trono apostólico, así como los abades cistercienses y de Claraval,
Pontigny y muchos otros, y recibieron, por orden del papa Honorio y del
patriarca de Jerusalén Esteban, una regla y una túnica determinada, de color
blanco.
En estos nueve años, su orden no era de más de nueve caballeros, pero a
partir de ese momento su número comenzó a aumentar y las posesiones se
extendieron, por lo que, como dicen, bajo el Papa Eugenio, comenzaron a usar
cruces de tela roja en sus capas, para distinguir tanto a los caballeros como a
sus hermanos más jóvenes, llamados sirvientes.
Más tarde, la orden creció hasta
el punto de que actualmente está formada por casi trecientos caballeros que
visten capas blancas, y se consideran innumerables sus hermanos menores. Se
dice que sus posesiones en este y en el otro lado del mar son tan vastas que no
hay país en el mundo cristiano que no traiga impuestos a esta hermandad por sus
tierras, y su riqueza puede llamarse real.
Como su hogar estaba cerca del
templo del Señor, como dijimos anteriormente, en el palacio real, entonces
fueron llamados templarios.
Durante mucho tiempo permanecieron fieles a su
llamamiento y lo cumplieron con gran inteligencia; pero posteriormente dejaron
de lado su humildad, protegiendo todo valor y evitando toda desgracia, mientras
se guardaba en el corazón, rechazaron su dependencia del patriarca, a quien
debían la institución de la orden y las primeras donaciones, y rechazaron la
obediencia que sus predecesores tenían respecto de él. También se convirtieron
en una carga para las iglesias del Señor, ya que les quitaron el diezmo y los
primeros frutos e hicieron ataques injustos contra sus propiedades.
Folio 60r del manuscrito Ms 095. Capítulo VII del Libro
XII de la Historia Rerum in Partibus Transmarinis Gestarum. De la fundación de
la Orden del Temple. Cambridge, Corpus Christi College.
La Historia Rerum in Partibus Transmarinis de Guillermo
de Tiro fue escrita entre los años 1163 y 1173, siendo rey de Jerusalén
Amalrico I.
Según afirman algunos historiadores, está crónica del arzobispo de
Tiro se debió de basar en las crónicas de otros tres cronistas anteriores (31),
Alberto de Aix, Raimundo de Aguilers, y Fulquerio de Chartres.
La crónica de Alberto de Aix, Historia expeditionis
Hierosolymitanæ as canonicus Aquensis, finalizaba con la muerte del rey
Balduino I en abril del año 1118, por lo tanto, no nos ofrece ninguna
información relativa a la fundación de la Orden del Temple, al margen de los
datos que antes vimos.
31 Ricardo da Costa. Los inicios de la Orden del Temple según Guillermo de Tiro (c. 1127-1190) y Jacobo de Vitry (†1240). Año 2004.
Detalle del folio 110v del manuscrito MS 026. Chronica
Maiora. Mateo de París. Cambridge, Corpus Christi College. Dos templarios sobre
el mismo caballo.
Tampoco Raimundo de Aguilers nos ofrece en su Historia
Francorum qui ceperunt Iherusalem datos interesantes sobre el momento de la
creación del Temple, ya que este cronista se limita a relatar los
acontecimientos acontecidos durante la primera cruzada y la toma de Jerusalén.
Del mismo modo Fulquerio de Chartres no nos ofrece
información sobre el nacimiento de la Orden, y todo ello, a pesar de que su
crónica finaliza ya en el año 1127. Ni tan siquiera se digna a nombrar el
concilio de Nablus, cuando Hugo de Payns junto con sus compañeros realizo sus
votos frente al rey y al patriarca de Jerusalén.
Sin embargo, Simón de Saint Bertín, en su crónica Gesta
abbatum Sancti Bertini Sithensium escrita entre los años 1135 y 1137, nos decía
lo siguiente:
"Durante
el reinado de Godofredo, algunos de los cruzados decidieron no regresar a la
oscuridad del mundo pecaminoso, habiendo soportado tantos peligros en el nombre
del Señor. Siguiendo el consejo de los líderes del ejército de Dios, se
dedicaron al templo del Señor, abandonando el alboroto mundano, y dejando sus
propios feudos para mantener y llevar una vida juntos en castidad, usando
hábito pobre y sencillo, y poniendo sus armas sol al servicio de la protección
de las tierras contra los ataques de los paganos".
Interesante resulta también el relato del obispo de
Havelburg, quién en sus diálogos, hablaba así sobre la fundación de la Orden
del Temple:
“una cierta institución religiosa nueva se fundó en Jerusalén,
la ciudad de Dios. Unos laicos, hombres religiosos, se han congregado allí y
apartándose de la ropa superflua y costosa, se han dispuesto a defender el
glorioso Sepulcro del Señor contra las incursiones de los sarracenos [...] el
papa Urbano confirmó la forma de vida de estos hombres y sometió al parecer de
muchos obispos que todo aquél que se pusiera en esta sociedad con la esperanza
de vida eterna, y perseverara en ella fielmente, debía tener la remisión de
todos los pecados. Confirmó que éstos no tienen menos mérito que cualquiera de
los monjes o canónigos, se llaman a sí mismos los caballeros del Temple.
Después de haber dejado su propiedad, viven una vida común y luchan bajo un
voto de obediencia a un maestre”. (32)
Orderico Vitalis, Ricardo de Poitou, Gualterio Map,
Albericus… todos ellos reflejaban de una manera u otra el nacimiento de una
orden novedosa, y en muchos casos, incomprendida, que estaba llamada a ser una
de las grandes protagonistas de la Historia.
32 Análisis crítico-jurídico del proceso a la Orden del
Temple. José Eugenio Domínguez. Alarcón. Año 2005.